El equilibrio forma parte de nuestra vida cotidiana. Además del aspecto físico de hacer y mantener cada postura, también hay una conexión mental con cada postura y lo poderosa que es nuestra mente para convencer a nuestro cuerpo de lo que podemos y no podemos hacer.
Además, todas las personas intentamos encontrar el equilibrio en nuestras vidas. Encontrar y mantener un equilibrio entre las responsabilidades y el estrés de la vida diaria y las actividades que nos satisfacen es un ejercicio constante.
En nuestra búsqueda del equilibrio, es importante recordar que nuestras vidas y nuestras interacciones cambian constantemente. Notar las fluctuaciones de la energía que utilizamos y usar la conciencia compasiva y la curiosidad para detenernos y hacer preguntas: «¿Esto añade algo a mi vida o consume una energía valiosa que podría utilizarse mejor en otra parte?» es un paso importante para encontrar el equilibrio fuera de la esterilla.
En este sentido, encontrar y mantener el equilibrio dentro y fuera de la esterilla es una danza entre vaciar la mente, ser consciente de los objetivos y centrarse en el resultado final.
Empecemos por los beneficios físicos del equilibrio:
Realizar posturas de equilibrio nos ayuda a ser más conscientes de nuestro cuerpo en las actividades cotidianas, como caminar y subir escaleras. Un mejor equilibrio también ayuda a prevenir lesiones por caídas y mejora la postura, lo que a su vez mejora la distribución del peso en todo el cuerpo.
La primera parte del proceso consiste en establecer la forma más idónea de enseñar a entrar y salir de cada postura.
Encuentra tu voz
Indicaciones como «Enraizarse a través de los pies», «Atraer la energía de la tierra» y «Colocar la mirada en un punto focal que no se mueva» son importantes para el éxito de las posturas de equilibrio, ya que ayuda a introducir una energía y una conciencia más centradas.
Dependiendo del orden y la duración que quieras mantener las posturas, puedes profundizar en las indicaciones centrándote en una de estas áreas.
Por ejemplo, al fijar la mirada, podrías preguntar: «¿Es una mirada dura y forzada o un enfoque suave y firme?»
«¿Estoy enfocando la atención en algo quieto o en una persona?» Hay un dicho: «Allí donde va tu mirada, fluyen tu mente y tu energía». Si aquello donde diriges tu mirada se mueve, es probable que tú también te muevas.
Permite los ajustes
¿Qué cambios se pueden hacer para conseguir el equilibrio? Los ajustes que mejor funcionan para las posturas de equilibrio son «activar los músculos abdominales, alejar los hombros de las orejas, respirar profundamente y mirar atentamente a un centro que no se mueve».
No te olvides de inspirar
«Las secuencias de la vida -como las posturas de yoga- pueden ser suaves, gráciles, completas -inteligentes- si aprendemos a combinar los opuestos». Esa es una de las mejores frases que se me ocurren para expresar lo que significa el equilibrio tanto dentro como fuera de la esterilla, combinar los opuestos.
La mente de un mono parlanchín sentado en un árbol enraizado.
Un águila que mira a su terreno con claridad y confianza.
Sintoniza con tu lado creativo para crear equilibrio
Hay veces en las que, sinceramente, me aburren las posturas de equilibrio tradicionales que ofrece el yoga, así que ésta es una oportunidad para crear equilibrio desde una nueva base.
El equilibrio no sólo tiene que venir de las posturas tradicionales de yoga. Atrévete a buscarlo desde otro lugar, y explora dentro de las posturas que normalmente practicas maneras nuevas de retar tu equilibrio. Por ejemplo, levantar los talones o extender las piernas en la postura de la silla da una nueva dinámica a la postura.
Cambiar una postura por una de equilibrio extendiendo una pierna hacia un lado y, si quieres, moviendo lentamente la pierna por delante del cuerpo, abre una nueva forma de mover el cuerpo, encontrando juego o atención en la postura y creando nuevas vías neuronales en nuestro cerebro.
Llevarlo a la práctica
- Postura del árbol
Ponte de pie lentamente, con los pies separados a la altura de las caderas. Lleva los hombros hacia atrás y hacia abajo, lleva las manos al centro del pecho, lleva la mirada hacia un punto sin movimiento y activa lentamente tu centro.
En silencio, transfiere tu peso al pie izquierdo y lleva el pie derecho al tobillo izquierdo o a la parte superior del muslo. Deja que la distribución del equilibrio se asiente y, mientras tu mirada permanece firme, extiende lentamente los brazos hacia el cielo y ábrelos como las ramas de los árboles.
Recuerda respirar la postura y que no pasa nada si las ramas se balancean. Lo importante es encontrar ese centro constante al que volverás, por mucho que sople el viento.
Como en cualquier postura de equilibrio, pasa al siguiente lado con la misma determinación. - Postura del bailarín
Ponte de pie con los pies separados al ancho de las caderas y balancéate hacia delante y hacia atrás durante un momento, y observa cómo se siente el equilibrio. Llega lentamente a un estado de quietud.
Extiende el brazo izquierdo hacia el cielo, traslada tu peso a la pierna izquierda y dobla la pierna derecha hacia atrás, llevando la mano derecha hacia el tobillo, el pie o los dedos del pie. Con el torso, inclínate hacia delante desde la cintura y extiende los brazos en direcciones opuestas.
Mantén esta posición y extiende la pierna derecha hacia atrás, manteniendo la pierna firme. Encuentra el equilibrio entre esfuerzo y facilidad, gracia y flexibilidad.
Suelta lentamente y pasa al otro lado.
Algunos dicen que sólo apreciamos el equilibrio cuando lo hemos perdido, otros afirman que el equilibrio requiere una atención constante
El equilibrio requiere una atención constante. Se trata de comprobar dónde estamos en nuestra mente y nuestro cuerpo, determinar la razón por la que estamos ahí y avanzar con fuerza, curiosidad y determinación.
Los ajustes realizados en la esterilla también pueden ayudar fuera de ella: saca fuerza de tu centro, respira y suaviza tu mirada, sobre ti mismo y sobre el mundo.