Confiar en nuestra propia bondad nos permitirá ver también bondad en los demás. Esta bondad, el «oro» de tu verdadera naturaleza, muchas veces permanece enterrada bajo el miedo, la incertidumbre y la confusión. Pero cuanto más confíes en esta presencia amorosa como la verdad de lo que eres, más la invocarás en ti mismo y en todo lo que toques. Mientras lees cada una de las historias que aparecen a continuación, haz una pausa, reflexiona y permite que se despierte tu propia sabiduría y comprensión.
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Deja de resistirte a los demonios
A menudo estamos en guerra con las emociones dolorosas y los malos hábitos, las partes no deseadas de nuestra sombra. Intentamos negarlas y eliminarlas, intentamos ocultarlas, arreglarlas o condenarlas. A menudo es una batalla perdida.
Milarepa, un yogui tibetano del siglo XII, se encontró en esa lucha. Después de vivir solo durante muchos años en su cabaña de la montaña, una noche encontró su cueva llena de demonios. Se dio cuenta de que no eran más que proyecciones de su mente, pero eso no las hacía menos amenazantes. Pero, ¿cómo podría deshacerse de ellos?
En primer lugar, pensó que podía ayudar a enseñarles las verdades espirituales. Pero lo ignoraron. Enfadado y frustrado, corrió hacia ellos e intentó empujarlos fuera de la cueva. Eran mucho más fuertes que él y se burlaban de él. Finalmente Milarepa se rindió, se sentó en el suelo y dijo «Yo no me voy, y parece que tú tampoco te vas, así que vamos a vivir aquí juntos». Para sorpresa de Milarepa, cuando dejó de resistirse, los demonios abandonaron la cueva. Todos menos uno. Milarepa comprendió que lo único que podía hacer era redirse, así que metió la cabeza en la boca del demonio y éste desapareció.
Sólo cuando dejamos de resistirnos -dejar de juzgar, de intentar controlar, de evitar- podemos entrar en una presencia abierta, amorosa y sanadora. En esta ternura abierta, no hay ningún lugar donde las energías dolorosas de la sombra puedan echar raíces. Con la verdadera rendición de todas las estrategias de autoprotección, los demonios pierden su poder. Cuando la resistencia desaparece, los demonios desaparecen.
Reflexión
¿Quién es tu peor demonio? ¿Es el miedo? ¿Vergüenza? ¿Odio? ¿Soledad? ¿Qué significaría renunciar a la resistencia y sentir directamente tus sentimientos la próxima vez que este demonio aparezca?
Di que sí
Decir sí, no significa aceptar el comportamiento dañino de alguien o creer el contenido de tus propios pensamientos negativos (como «soy un fracaso»). Más bien, decir sí es un reconocimiento honesto y valiente de lo que realmente estás experimentando. Esta actitud liberadora te abre a la presencia y te permite responder al momento presente con toda tu inteligencia y compasión.
Cada vez que dices sí a lo que surge en tu interior, profundizas en tu confianza en el oro de tu conciencia inherentemente abierta. Estás reforzando tu confianza en que puedes manejar cualquier cosa que pueda surgir. Esto es la libertad interior: en lugar de resistirte a lo que pueda surgir, puedes abrir las puertas y dejar que las 10.000 alegrías y penas se muevan dentro de ti.
Reflexión
¿Hay algo desafiante o difícil en tu vida en este momento? Puedes preguntarte: «¿Qué es lo peor de esta situación y qué es lo que creo al respecto? Lleva tu atención a tus sensaciones corporales y a tus sentimientos. Di sí a lo que te venga: dolor, ira, miedo. Di sí a la realidad de tu experiencia. Observa lo que ocurre en esos momentos con un reconocimiento honesto y una presencia valiente y abierta.
Ver detrás de la máscara
La palabra «persona» procede del griego antiguo, y se refería a las máscaras que llevaban los actores para representar a determinadas personas, animales o dioses. En nuestra vida cotidiana, a menudo nos ponemos nuestra propia personalidad para adaptarnos a determinadas situaciones. Pero, a diferencia de los antiguos griegos, que sabían que las máscaras se quitaban después de la representación, a menudo acabamos creyendo que estos personajes son quienes realmente somos.
Si te mueves por la vida atrapado detrás de estas máscaras, pierdes la conexión y la intimidad con tu mundo. Olvidas la conciencia y el amor que animan tu verdadero ser. En la calma y la claridad de la presencia, ves tus máscaras como lo que son: personajes temporales (y a veces útiles), pero no tu Ser esencial. Y en tu presencia ves tras las máscaras de los demás la conciencia que ve a través de sus ojos, la ternura que habita en sus corazones.
Reflexión
Piensa en un personaje que asumas de forma más sistemática. Observa los pensamientos y sentimientos asociados a esta máscara. Ahora vuelve a este momento y observa el flujo cambiante de tu experiencia en este momento: sonidos, pensamientos, sentimientos, sensaciones. Pregúntate a ti mismo: «¿Quién o qué está al tanto de todo lo que ocurre?» Permítete permanecer en esta presencia, la conciencia abierta que está detrás de cualquier personalidad que puedas imponerte. ¿Cómo sería tu vida si pudieras sostener tus personajes con despreocupación, recordando que no son lo que realmente eres? ¿Cómo cambiaría tu forma de relacionarte con los demás?