Si quieres empezar a meditar pero no crees que la meditación sea para ti, prueba estos consejos.
La mayoría de nosotros sabemos que la meditación es algo bueno. Los beneficios para la salud son enormes y si meditamos durante unos pocos minutos al día podemos estar más tranquilos, más claros, más centrados y más relajados en todos los ámbitos de nuestra vida.
Sin embargo, aunque son conscientes de los beneficios, muchas personas siguen pensando que no pueden meditar. Algunas de las mayores barreras mentales que tiene la gente son
- No puedo quedarme quieto
- Mis pensamientos no se detienen
- Siento que estoy fallando o que soy mala en esto.
- Debería estar haciendo algo en lugar de estar sentado sin hacer nada.
Si te gustaría empezar a practicar la meditación pero crees que no puedes, aquí tienes algunos consejos que te ayudarán a iniciar una práctica suave que se adapte incluso a la mente más inquieta.
Índice del contenido
1. Comienza por meditar durante 1 minuto
Este tiempo es suficiente para meditar. Al día siguiente, añade otro minuto, luego otro… Aunque parezca lo contrario, la verdad es que PUEDES estar quieto. Es sólo que tu mente no quiere estar presente, así que se inventa todas las excusas posibles para hacerte sentir que no puedes hacerlo: «Tengo demasiadas cosas que hacer», «Esto es una pérdida de tiempo cuando podría estar haciendo algo».
Al centrar tu atención en algo distinto de lo que no quieres hacer para sentarte y estar quieta, el silencio surge gradualmente en tu atención. Si estás empezando y no puedes quedarte quieta, prueba a hacer una meditación caminando.
2. ¿Estás sentada cómodamente?
Asegúrate de que te sientes de forma que no te duela ni te haga sufrir las articulaciones o la espalda. Siéntate en una silla o contra la pared. Apóyate sobre cojines. Acuéstese si es absolutamente necesario (pero trata de no dormirte).
3. Relájate y da las gracias
Puedes empezar tus meditaciones con una exhalación profunda, entregándote a un sentimiento de gratitud por el simple hecho de poder detenerte unos minutos en medio de un mundo caótico, y agradecer tanto la capacidad de estar ocupado como la de estar quieto durante unos minutos.
No tienes que dar las gracias por nada en particular. Por ejemplo, puede ser simplemente un «gracias» general por la capacidad de vivir en este momento con lo que este momento te ofrece. Mente tranquila/mente ocupada, feliz/infeliz, agradable/desagradable…. Este agradecimiento no es sólo por ESTO que estás experimentando, sino por el hecho de que puedes experimentarlo todo.
4. Deja tus pensamientos en paz
No tienes que intentar detener tus pensamientos, ¡no hay forma de hacerlo! Y cuanto más lo intentes, más frustrada estarás. Pues que vengan. A veces te dejarás llevar completamente por los pensamientos y otras veces te darás cuenta de que los pensamientos surgen y decidirás ignorarlos. Ambas opciones están bien.
Si tus pensamientos son un tornado:
- Cada pocos minutos, pregúntate: «¿Dónde está mi atención ahora mismo?
La respuesta a esta pregunta puede sorprenderle. Tal vez tu atención esté en medio de una larga lista de tareas, o esté tramando una venganza secreta contra alguien que te hizo daño, o esté recordando un momento importante de tu vida. Dondequiera que esté tu atención, fíjate en ella y luego observa lo que sucede. ¿Se queda tu mente en esa historia o vuelve a una quietud básica o pasa algo más?
Sólo con hacerse esta pregunta una y otra vez y observar la respuesta, se puede empezar a ver un patrón en la actividad del pensamiento. Empezarás a notar a dónde va la mente cuando se le permite vagar libremente, y lo que es más importante, podrás ver si estos pensamientos son útiles para tu propio crecimiento, para el crecimiento de los que te rodean y para el crecimiento de todos los seres. - Intenta escribir todas las cosas que tienes en tu mente durante 3-5 minutos
De este modo, te estás «deshaciendo de las cosas» (o al menos de algunas de ellas) que desordenan tu mente y te dan un poco más de espacio para estar presente. Te sorprenderá de lo que sale.
Cuando pasen los 3-5 minutos, deja el papel y el bolígrafo a un lado -no tienes que volver a mirarlo si no quieres- y comienza tu meditación.
5. No pasa nada si te cuesta las primeras veces
No hay forma de fracasar o ser mala en la meditación a menos que no medites en absoluto. La idea errónea más común sobre la meditación es que se supone que siempre es feliz y pacífica. Casi nunca es así cuando empezamos a meditar. Las primeras etapas de la meditación consisten simplemente en sentarse y estar con lo que se experimenta mientras se está sentado, sin importar lo cómodo o incómodo que sea.
6. Asimila todo todo lo que surja, deja que fluya
Acepta lo que surja en tu interior como si fueras una invitada a la fiesta de tu experiencia. ¿El impulso de levantarte y mirar el teléfono? ¿Esa larga lista de tareas que crees que tienes que hacer ahora mismo? ¿Esa canción de los 90 que no te puedes quitar de la cabeza? Siéntate y observa cómo estos impulsos surgen y se aceleran cuando les prestas atención. Con sólo notarlas, puedes reducir el poder que tienen sobre ti.
Con el tiempo (tal vez incluso después de algunos años de práctica), todos estos impulsos y pensamientos se convierten en un televisor encendido en el fondo de la habitación: hablan y hablan, mientras que una parte más profunda de ti descansa en la sensación de quietud detrás de todos estos pensamientos e impulsos.
7. Mírate a tí misma como el espacio donde surge la vida
La meditación es una puerta que revela cómo se desarrolla la vida a través de nosotros y de todas nuestras experiencias. No sólo las experiencias felices, sino también las más atrozmente dolorosas: es la Vida. La mente ocupada y la mente tranquila: ambas son Vida. La capacidad de permanecer en calma largas jornadas y la frustración de intentar quedarse quieta durante 5 minutos completos: también es vida. No hay nada que experimentemos en un momento dado que no forme parte de la gran evolución de la vida.
La meditación es un camino que conduce al conocimiento de la profunda quietud de la que todo surge y finalmente se disuelve. Se necesita dedicación, tiempo, paciencia y práctica para aquietar la mente y el cuerpo de modo que el silencio y todo lo que contiene pueda revelarse a la conciencia.
Sé amable y gentil contigo misma, acércate a la meditación durante un rato cada día con apertura y observa con la curiosidad de una niña qué ocurre en el proceso 🙂